Espectáculo de danza en el que bailarines y público comparten espacio a través de realidad virtual.
La pieza, dividida en tres actos, está protagonizada por dos bailarines que hacen las veces de anfitriones de un baile al cual los invitados son encarnados por el público asistente, y por tanto se les anima a bailar y ser parte del espectáculo. Aproximadamente la mitad de los 75 minutos que dura el espectáculo tiene lugar en un entorno de realidad virtual, a través de las necesarias gafas, y así son construidos diferentes escenarios donde se proponen danzas diversas. Como parte de la experiencia, los asistentes eligen cómo ir vestidos y qué máscara llevar, puesto que se utilizan cabezas de animales, que contribuyen a darle un carácter poético y místico al encuentro.