El performer lleva un exoesqueeleto mecatrónico conectado a varias partes de su cuerpo. Cada elemento móvil puede mover esa parte y está conectado a una consola donde es el público quien puede controlar la acción del performer, así como la luz, el sonido y las proyecciones.
El público accede a un ordenador con un software específico que presenta una interfaz gráfica, permitiendo controlar la iluminación, el sonido, las imágenes proyectadas, la rotación de la plataforma donde se encuentra el artista y las válvulas y relés que permiten mover las orejas, la boca, la nariz, los pectorales y las nalgas del artista a voluntad. Se produce así un efecto de voyeurismo a la vez que de control sobre el cuerpo humano gracias a la tecnología. Esta fue una de las primeras manifestaciones del estilo, y el performer ha explorado ampliamente durante su carrera el uso del exoesqueleto y la realidad aumentada.